Me estoy acostumbrado a viajar flexible y libremente… y me gusta mucho. Es decir, que durante mis últimas escapadas he dejado mucho espacio a lo improvisto, para permitir sorprenderme con lugares o momentos que no había planificado. Quiero que sea el camino mismo el que me lleve hacia a las aventuras, sin forzarme ni forzar nada. De esta forma decidimos visitar el sur de la isla de Córcega en el Mediterráneo. Córcega es un lugar con carácter, que me ha impresionado con sus paisajes espectaculares e insólitos.
Bonaparte y las historias de aventura en carretera
Al aterrizar en Ajaccio (léase ayaccio), el cielo amenazaba con caernos encima. Temiendo la lluvia salimos del aeropuerto, y lo primero que me sorprendió fue ver el nombre de «Napoleón Bonaparte» sobre la fachada. Venía de enterarme gratamente, que el emperador Bonaparte era oriundo de esta bonita isla (ya les contaré todo lo que descubrí de este personaje).
Queríamos llegar hasta Bonifacio en el extremo sur de la isla, a dos horas y media (2:30) desde Ajaccio. Para ello, un vehículo de alquiler entre particulares nos esperaba a la salida del aeropuerto. Es así como emprendimos la ruta, después de instalarnos en el coche y de preparar los mapas que nos guiarían. Encendimos la radio y arrancamos !
Los paisajes bizarros de Córcega
El paisaje en Córcega no se parecía a nada que hubiese visto antes. Entre más avanzábamos más nos sumergíamos en un bosque mediterráneo omnipresente llamado maquia o maquis. A nuestro paso, la vegetación pareciese querer devorar la carretera. Por momentos el cielo se descolgaba y la lluvia intermitente nos alcanzaba. El clima parecía un juego entre las nubes y el sol, pues a ratos llovía y a ratos calentaba. Lo cierto es que el ambiente era bizarro, entre alegría y depresión; pero con un justo equilibrio.
La ruta entre Ajaccio y Bonifacio es tortuosa, serpenteante y salvaje.
Continuando el camino, las paradas desde diferentes miradores se hicieron frecuentes. En época de primavera, las diferentes tonalidades de verdes crean una atmósfera delirante y envolvente sobre el paisaje de Córcega. Por momentos vimos flores de amapolas salvajes, a ratos ovejas perdidas y por momentos algunos carteles con el mensaje «cuidado con el jabalí» !
Los pueblos encaramados en la montaña
Nosotros rodábamos despacio, cuestión de admirar sin perder detalle. De repente, un pueblo encaramado en la montaña hizo aparición. Un pequeño poblado en piedra jugaba con la bruma y nos hacía señas desde lo alto. Nosotros aprovechamos para estirar las piernas, hacer pipí y ver el pueblo de Petreto Bicchisano desde lejos.
Yo soy de los que prefiere observar las cosas desde diferentes distancias y ángulos.
Bordeamos el río Taravo y atravesamos sin pena el pueblo de Casalabriva. La carretera parecía tener su punto cúspide en el poblado de Olmeto, un elegante y fotogénico lugar rodeado de una naturaleza en colores de primavera. Para nosotros fue el tiempo de un café, y de escuchar el fuerte acento caracterizo de los corsos (gente de Córcega), que por momentos parece una mezcla entre el francés y el italiano.
Después del caserío de Olmeto y su delicioso café, llegamos a otra joya del paisaje de la isla de Córcega : la ciudad de Sartène. Con el beneplácito del sol quien se dignó a calentar las colinas, creando colores fantásticos en los muros de piedra de la ciudad. Sartène es una ciudad de estética casi perfecta, puesta en el punto exacto donde naturaleza y la vista panorámica la hacen única.
Pocas veces he visto una ciudad con una vista tan fotogénica.
Recorriendo el lugar nos encontramos con una ciudad rica en arquitectura y en historia. Un patrimonio urbano muy conservado que mezcla religión, arte y cultura. Las calles de Sartène parecen contar historias medievales de entre las piedras.
Con un gelato (helado) en la mano, nos dimos a la tarea de visitar la ciudad antigua con sus callejones estrechos y casi laberínticos. El corto paseo lo terminamos en uno de los mejores puntos de la ciudad : en la plaza de la liberación llamada «porta».
Antes de llegar a Bonifacio… la placidez
Estaba extasiado y me sentía abrumado por consecuencia. La verdad yo no me esperaba tanto de la isla de Córcega. Necesitaba asimilar tanto paisaje y tanto color desconocido hasta entonces.
Seguimos el itinerario con dirección de la ciudad de Bonifacio, mientras veíamos el sol desvanecerse lentamente entre el mar Mediterráneo. Pero una estructura llamó nuestra atención ! A un lado de la carretera una casa en piedra de nombre de «Roccapina» nos invitaba a detenernos. El lugar resultó ser un museo de historia natural un poco salido de la nada, con un mirador y una vista inigualable sobre el mar. La casa de Roccapina es un museo que explica la interacción del ser humano con la geología desde la edad de hierro hasta nuestros días; de esta región de la isla de Córcega.
Nosotros no pudimos ingresar al museo por causa de la hora, pero el lugar posee unos senderos para visitar las formaciones rocosas emblemáticas de la zona. Para mí ha sido la oportunidad que esperaba para descansar. Entonces me di a la tarea de meditar viendo el crepúsculo.
Necesitaba asimilar un poco de este primer día de viaje en Córcega, ayudado por la atmósfera natural, dramática y melancólica del momento.
La ruta entre Ajaccio y Bonifacio se hace normalmente en dos horas y media, nosotros la hicimos en casi seis horas. Felices de poder disfrutar de la improvisación en slow travel (viaje lento). Después llegaríamos a Bonifacio, pero esa es otra historia !
[icon color=»#00c7ef» size=»18px» target=»_blank» name=»awesome-external-link»] Para información detallada para viajar a Córcega, les invito a visitar las oficinas de turismo de :Video resumen de una semana en Córcega
Consejos para viajar entre Ajaccio y Bonifacio en Córcega
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Reseña de la ruta entre Ajaccio y Bonifacio
Acceso al lugar
Interés turístico
Relación calidad-precio
Información
Una carretera de ensueño
El viaje en coche desde las ciudades de Ajaccio y Bonifacio, me permitió conocer el lado oculto de la isla de Córcega con sus paisajes únicos.