Los recuerdos de la playa El Rodadero en Santa Marta, me llevan a una rápida reflexión del turismo colombiano y aún más lejos, a mi infancia. El Rodadero, sus hoteles y su playa, han sido símbolo de la masificación del turismo en Colombia.
Aquella fiebre vacacional que convirtió esta playa en exitoso destino popular, comenzó en los años 80’s; año de mi natalicio. Yo crecí entonces viendo la transformación de Santa Marta, en sueño turístico de miles de colombianos. Los visitantes ávidos de playa y sol, también transformaron a los habitantes de los barrios cercanos y la manera de rebuscarse la vida.
El barrio Gaira y mi destino truncado de ser pescador
Me he preguntado mil veces que sería de mi vida, si nunca hubiese dejado la ciudad de Santa Marta a la edad de 4 años. A lo mejor sería pescador o vendería a ritmo de canciones vallenatas; frutos del mar en las playas del Rodadero. O viviría de ofrecer a turistas desprevenidos, un apartamento donde disfrutar sus vacaciones. Que lastima que uno no pueda rebobinar su vida e intentar el camino que nunca se vivió. Sería más feliz? Tendría las mismas ganas de vivir dando la vuelta al mundo como ahora?
Lo cierto, es que el ser humano es un eterno insatisfecho. El que es moreno, desearía tener la piel blanca. Y cuando se es blanco, se sueña con tener la piel bronceada. Cuando se vive en Colombia, se sueña con vivir en el extranjero. Cuando vives en el extranjero, deseas con ir a vivir a Colombia.
Esos primeros 4 años de mi vida, trazaron mi destino. Yo crecí en Gaira un barrio popular a las afueras de la ciudad de Santa Marta y cerca de El Rodadero. Los fines de semana, eran obviamente de playa y de arroz con chipi chipi (pescado). Cuando volví en el 2003, casi 20 años después; el barrio de Gaira estaba igualito; las mismas dificultades económicas, las mismas calles sin pavimentar y las mismas risas en medio de una parranda vallenata. Pero sobre todo, muchos de sus habitantes seguían viviendo del cambiante turismo.
La playa de El Rodadero que en sus principios se llamaba bahía de Tamacá, ya no era la misma. Los años de gloria y de esperanza de trabajo para los habitantes de Gaira y otros barrios, parecía haber perdido un poco de fervor.
Playa El Rodadero y la masificación de los turistas
Antes en Colombia habían muy pocos destinos turísticos, 3 O 4 lugares se repartían el pastel. En época de vacaciones la costa caribe colombiana era (y es) tomada de asalto. El Rodadero como destino familiar y popular, era vendido como pan caliente.
La playa del Rodadero se transformaba entonces, en playa de multitudes. Miles de turistas, en su mayoría familias cachacas (del interior del país) de los blancos que quieren ser morenos, disfrutando de las bondades del sol y del agua salada.
Las imágenes en mi mente de aquel espectáculo en las playas, son frescas! O cómo no acordarme de:
- Las mujeres que se hacían las típicas trenzas caribeñas, símbolo de que se estuvo en la costa, y que se guardaban hasta que todo el mundo en la ciudad del interior lo supiera.
- Los cachacos, fácilmente identificables por vestir sandalias de playa con medias blancas.
- Los costeños, fácilmente identificables por su algarabía, la música, el acordeón y la nevera plástica llena de cerveza Aguila.
- Los cientos de incontrolables vendedores ambulantes, que venden desde ron con coca cola, hasta langosta en salsa.
- La morena y sonriente mujer ofreciendo sus masajes, a base de
menjurjesaceites naturales de aguacate y coco. - Los vendedores de paletas de agua (antes de la llegada del bon ice).
- La malabarista vendedora, que con su ponchera sobre su cabeza vociferaba las cocadas y alegrías (dulces típicos de la costa caribe).
- Y nosotros como familia local, curtidos por el sol y comiendo arroz con chipi chipi.
Todos bonitos bonitos recuerdos que me hacen suspirar actualmente.
Eso ha cambiado un poco. Colombia ha diversificado su turismo y ahora los destinos interesantes pululan en todo el territorio. La competencia es bien fuerte : de la vecina Cartagena de Indias, que se transformó en la pequeña Miami del caribe, la lejana Amazonía colombiana que se promociona de manera espectacular, y el natural eje cafetero; todos destinos turísticos deseados por nacionales y extranjeros.
El hotel de cemento de la playa del Rodadero
El Rodadero y la ciudad misma de Santa Marta, han visto su parte del pastel disminuir. Los gigantes hoteles y los aparta- hotel se llenan con dificultad. Sin decir que en temporada baja, los habitantes de barrios cercanos ya no captan las mismas ganancias del sector turístico.
Una cosa que me sorprendió, fue de ver los enormes gigantes de cemento vacíos. Hoteles en regular estado a falta de renovación. Paradójicamente e igual de sorprendente, ver como a lo lejos en playas cercanas; se levantan otros gigantes de cemento para las multinacionales de las cadenas de hoteles todo incluido, que aparentemente parecen estar disfrutando del pastel.
Visitantes y turistas hay, pero la forma de consumir y de planificar sus vacaciones han cambiado. Vale anotar también, la «positiva» explosión actual del turismo extranjero en Colombia, gracias a la mejora de la seguridad publica.
Esperando que los habitantes de mi querida y recordada Santa Marta, puedan prepararse para aprovechar al máximo de las esquivas bondades del turismo. No tan solo modernizando la infraestructura, sino también capacitando a los jóvenes diversificando los servicios turísticos. Pues la región cuenta también con el potencial del parque Tayrona, de Taganga y de la ciudad perdida en la sierra nevada.
Santa Marta y su playa de El Rodadero, hacen soñar todavía. Y aunque yo nunca podré saber si mi vida aquí o allá hubiese sido diferente, estos lugares invaden mis recuerdos con mucha alegría.
Desde la distancia, y muy orgulloso de ser samario (nacido en Santa Marta); así sea solo de recuerdos.
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