Viaje a los campos de lavanda en Grignan Francia

A veces los caprichos de mi mente me llevan demasiado lejos. -Afortunadamente -. Pues transformar en realidad los deseos imaginarios no siempre es realisable ni posible. A veces es necesario dejarse llevar, de intentar, de buscar…de hacer. Yo nunca había visto campos de lavanda, pero soñaba con verlos.

Un día cualquiera, sin esperarlo y sin tener presente este viaje anhelado, resultamos programando un visita a Grignan en Francia.

Cultivos campos de lavanda en Grignan Drome, Provenzal

Visitar Grignan Francia de improvisto

Era un fin de semana de esos en los que no tienes nada para hacer. Discutiendo de todo y de nada con un amigo, confesé nunca haber hecho camping en mi vida. En Colombia mi infancia y juventud se vivió con los medios que teníamos al alcance. Ni camping, pocos viajes de vacaciones y eso es difícil entender para un europeo.

Me propusieron entonces una escapada rápida, un fin de semana al sol y en una de las más bellas regiones de Francia: la Drôme en la Provenza. Buscamos un rincón en el mapa donde estuviésemos seguros de ver los campos de lavanda en flor y Grignan sería nuestro destino. No dejaría pasar la oportunidad por nada y en menos que canta un gallo tenía la mochila emparapetada.

En ruta hacia los campos de lavanda en Francia

Grignan en Drome Provenzal

En un abrir y cerrar de ojos estábamos en ruta!  Mis ojos burbujeaban y mi corazón latía en cámara lenta. No hablábamos mucho pero nos mirábamos en intermitencia con los amigos para confirmar en silencia de la belleza del paisaje. La pequeña ruta nacional gorgoreaba de camping cars con sus ocupantes de pálidas y nórdicas caras. Nosotros paramos de un tiempo al otro para comprar frutas a orillas de la carretera. Viva los viajes de aventura!

Yo esperaba de un momento al otro poder ver mi primer campo de lavandas.

Por el momento mascábamos nougat (turrón) de Montelimar mientras pasamos el último rond point antes de llegar a Grignan.

El calorcito del mes de junio hace florecer los campos de lavanda, y el paisaje de esta región se metamorfosea en olorosos campos violetas. Ese día el clima nos amenazaba y el sol se divertía jugando a escapar del firmamento entre espesos nubarrones. Deberíamos llegar rápidamente al camping y armar el rompecabezas de la tienda de campaña. Sobre todo que yo no tenía ni caraja idea de como armar una tienda. Entre tanto un campo de flores apareció, pero eran amarillas. Radiantes girasoles cohabitando con árboles de olivos engañando mis emociones.

Campo de girasoles florecidos y olivo

Una imagen instantánea paró el tiempo, haciendo que mis músculos cardíacos palpiten a mil por minuto. Titubeando pedí parar el vehículo. Salí del coche con los pies descalzos (no me pregunten por qué), y me dejé deleitar por fin con ese cuadro real de los campos de lavanda.

La vista era perfecta, casi demasiado. Juraría que alguien había hecho una puesta en escena solo para mí. A veces suelo pensar que vivo en una especie de «The Truman Show». Las plantas de lavanda estaban tupidas, florecidas en abundancia y doradas bajo los últimos rayos del sol en crepúsculo.

Viaje a los campos de lavanda en Grignan Francia

En realidad diez minutos pasaron. En mi mente el episodio duró una eternidad.

La provenza francesa y el pedregal bajo las estrellas

Volviendo a la realidad llegamos afanados a la zona de camping. Una tienda de campaña debería servirnos de refugio y de lugar de descanso. Ehh, al final no fue el caso! Habíamos olvidado en la precipitación las colchonetas y los sacos de dormir. Esto rompió la poesía del momento. La incomodidad a la provenzal no es mi fuerte. Nos vimos obligados de tender unas toallas, como intento fallido de amortiguar las piedras que se clavaban en mi espinazo. Durante la noche busqué de vez en cuando salir del nido de piedras para aliviar mi espalda y observar la noche estrellada o más empedrada.

Fotografía de un campo de lavandas y olivo

Al otro día, el aire fresco de la mañana estaba impregnado de aromas fantásticos y tranquilizantes. De un lado el placer visual de los campos floridos. De otro lado los perfumes naturales despertaban nuestros sentidos y nos aportaban un efecto calmante y casi terapéutico. El momento era inigualable, una fuente de bienestar bastante apreciable.

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Grignan y el castillo de Madame de Sévigné

Con la espalda hecha trizas pero con el alma contenta, salimos a descubrir el pueblo de Grignan y sus alrededores. El paisaje nos había mimado. La entrada a Grignan estaba decorada de plantaciones infinitas de campos de lavanda. En el fondo de la placentera decoración estaba imponente el castillo de Grignan, que domina el paisaje como si fuese una carta postal.

Nos dedicamos a descubrir el agraciado pueblo, sus calles empedradas y su historia. De hecho, he tenido el placer de aprender que la historia del lugar está cargada del espíritu de una dama célebre. Madame de Sévigné quién habitó el castillo hace trescientos años. La marquesa de Sévigné es famosa por sus cartas, que hacían parte de una correspondencia escrita y asidua con su hija. Su escritura en un francés elegante es bien conocida. Sus escritos estaban cargados de un tono burlón y picante hacia la religión. La marquesa escribía sobre cada evento de su vida y de sus círculos personales. Personalmente encontré su historia fascinante y apasionante. Yo admiro los lugares que tienen un personaje fetiche para revivir y perdurar en la historia.

El simpático poblado nos ha ocupado todo el día, con la felicidad de haber conocido un sitio si rico en paisajes e historia.

Pueblo de Grignan Francia y sus campos de lavanda

Molino antiguo para producir aceite de lavanda

Consejos e información para visitar Grignan Francia y sus campos de lavanda:

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